lunes, 30 de marzo de 2015

La Casa del Verdugo (La Valencia negra # 4 )



Puerta de la Casa del Verdugo. 
CIUTAT VELLA
La Seu

Callejero hace un poco de tiempo atrás que te enteraste de lo que significan las muescas en la piedra de la Catedral de Valencia, en su puerto románica o Porta del Palau. Dichas marcas, cuenta la sabiduría popular que se fueron hechas por el hacha del verdugo y que en tu caminar por ese lugar sentías un extraño escalofrió… como es el mismo que puedes sentir al pasar por una oscura callejuela, apenas recorrida en la parte posterior de la Lonja, allí hay un casa con una oscura historia, una historia que forma parte de nuestra Valencia Negra.  Allí residió un hombre con un oficio común en aquella época y que para nuestra sociedad actual causa pavor a algunos. Se trataba del verdugo de la ciudad de Valencia.

El café envenenado
Este hombre que tenía por nombre Pascual Ten se dedicaba a ejecutar a todas aquellas personas que habían cometido faltas, su pulso nunca le fallaba y actuaba de manera fría, sin piedad alguna. Como exigía un trabajo como era el suyo… pero algo sucedió que no se esperaba… acabó enamorándose de una reo de gran belleza: Josefa Gómez que había sido condenada por envenenar el café que su marido Tomás Huertas y la sirvienta un niña de 13 años, Francisca, habían tomado una mañana fría de diciembre, en la posada La Perla Murciana, al lado de la ya desaparecida Iglesia de San Bartolomé.  



El verdugo solicitó el indulto para la hermosa mujer, pero las autoridades no se lo otorgaron. 
Finalmente una mañana de 1896 ambos se dirigirían al patíbulo, donde él mismo con el alma hecha girones tuvo que ejecutar a la condenada por garrote vil. Ya fuera porque su maltrecho corazón no lo aguantó o porque no se le consideró con la suficiente sangre fría que hay que tener en el oficio, el caso que fue destituido de su cargo.


Fotomontaje Isabel Balensiya

Poco después las ejecuciones dejarían se ser públicas para llevarlas a cabo dentro de los recinto penitenciarios y con otros sistemas menos crueles.




Este oscuro relato de la ciudad, se la dedicó con mucho cariño a Viria Acte, a quien le gusta mucho esta historia y es un gran fan de mi blog y con gran pasión sigue todas mis entradas. Desde aquí le mandó un gran saludo. 


jueves, 26 de marzo de 2015

El Puente del Mar (Puentes y pretiles de Valencia # 1 )

El refrescante puente del Mar.
- fotografía de J.Luis Vila.- 
CIUTAT VELLA
LA Xerrea


Paseando por la Alameda encontramos un puente llamado, Puente del Mar, una obra de cantería, formado por diez arcos ojivales rebajados de 15.50 metros de luz cada uno. Consta de una longitud de 160 metros y 8.35 metros de ancho.

Este puente es uno de los muchos que conecta la ciudad con la otra orilla del Turia. Fue construido a instancias de la Junta de Murs i Valls entre 1592 y 1596 con sillares de piedra - ya que el puente de madera o mampostería fue destruido por una riada del Turia en 1589 - por el cantero Francisco Figuerola, siendo virrey don Francisco de Sandoval y Rojas – el futuro duque de Lerma -  valido de Felipe III. Recibe el nombre de Puente del Mar, porque era el camino natural hacía el Grao o Puerto, donde procedían muchas de las mercancías que llegaban a Valencia por el mar.


Cuando se acabó en 1596 se acuerda la instalación de un casalicio – o templete – en cuyo interior se coloca una cruz “La Creu del Pont del Mar” y sobre el tejado unas imágenes de San Vicente Ferrer, San Vicente Mártir y San Juan Bautista. Pero en 1709 un rayo destrozó parcialmente el casalicio que fue recompuesto pero cambiaron la cruz por una imagen de la Virgen de los Desamparados obra de Francisco de Vergara el mayor en 1721. 

En 1677 se colocó un segundo casalicio con una imagen de San Pascual Bailón, frente al de la Virgen. 100 años después una riada deterioró ambos templetes por lo que la Fabrica Nova del Riu ordeno al escultor Francisco Sanchis, que restaurase la imagen de San Pascual y construyera otra nueva imagen de la Virgen de los Desamparados. Las imágenes repusieron en 1782. La antigua Virgen ira a parar al Colegio Imperial de los Niños huérfanos de San Vicente Ferrer donde la destruirían en la Guerra Civil en 1936. En el siglo XVIII se reformó el puente añadiendo los adornos de las bolas en las balaustradas y algunos bancos en los muros laterales. Aun así tanto por las diferentes riadas que cruzaron Valencia fueron renovando las esculturas que fueron  destruidas definitivamente de la Guerra Civil.

En junio de 1933 se convirtió en un puente peatonal tras la reforma de Javier Goerlich las grandes escalinatas onduladas que recuerdan las olas del mar, formadas por 17 escalones cada una y dos pináculos con bancos que adornan los flancos del puente.

En los años 40 el escultor José Ortells fue nombrado el encargado de esculpir una imagen de San Pascual Bailón y Vicente Navarro el de hacer una nueva Virgen de los Desamparados en mármol. Son las imágenes que hoy en día podemos contemplar.


Recientemente al ajardinar el viejo cauce del rio, se ha creado una gran estanque circular bajo sus arcos, donde podemos rememorar como sería la imagen del Puente del Mar en el pasado cuando fluía el Turia. 

Detalle del Puente
- fotografía de José Luis Vila. - 

jueves, 12 de marzo de 2015

La Finca Roja (Edificios históricos#3)

La Finca Roja
Fotografía: J.Luis Vila.


EXTRAMURS
Arrancapins

Puede que un día callejero hayas querido salir más allá del límite donde antes estaban al antiguas murallas, la zona conocida como extramuros, encontrándote en una de sus calles, del barrio de Arrancapins, un llamativo edificio de color rojizo, es lo que se denomina la Finca Roja, conocida también como casa – colmena. Se construyó entre 1929 y 1933, fue diseñada la finca por el arquitecto Enrique Viedma, siendo los contratistas José Valera y Federico Ferrando.

La Finca Roja surgió de la creación de un grupo de viviendas obreras para la zona del ensanche burgués. El edificio fue presentado en 1929 al concurso de la Caja de Previsión Social del Reino de Valencia, el cual estaba destinado a la construcción de viviendas para obreros acogiéndose a la ley de Casas Baratas de 1925.






El arquitecto Viedma diseñó la Finca Roja, componiéndola de una planta baja y cinco pisos. Utilizó hormigón armado, tanto en los cimientos como en la estructura, resolviendo esta última mediante  nervios y brochales combinados perpendiculares para resolver las irregularidades provocadas por los patios de luces, las escaleras y los triángulos de los chaflanes. El nombre la Finca Roja, viene del color del ladrillo de la fábrica, sobre zócalo de piedra de Godella, con el que arranca a nivel de calle. El ladrillo es la fábrica de Bonet Trenco.


Detalle de la fachada Fotografía: J.Luis Vila.


La cubierta esta diferenciada por cuatro tipos: de teja, de azulejo, cubiertas planas transitables y no transitables. Las de teja son de doble pendiente y se localizan en el contorno exterior del edificio, por encima de la última cornisa. La vertiente visible desde la calle, casi vertical, las cubiertas de azulejos, de forma abovedada donde están los miradores de la fachada exterior como las terminaciones de los torreones.


Vista aérea de las cubiertas del tejado

 Los ladrillos de cerámica vidriada son verdes y contrastan con el ladrillo rojo de la fachada, las cubiertas planas transitables se accede desde los pasillos de servicio de los trasteros y desembocan las chimeneas, las cuales están en pendiente para evitar embozos. Las cubiertas planas no transitables se ubican sobre los casetones de las escaleras, sobre la zona de los devanes y sobre los miradores de las fachadas interiores, están acabados en pavimento de baldosa cerámica.

La Finca Roja es sin duda un gran edificio el cual alberga 378 viviendas, en catorce patios, con pisos de 100 metros cuadrados, y los cuatro patios de los chaflanes con pisos mas grandes. La ultima planta es abuhardillada. Todos los zaguanes comunican las calle con el jardin interior muy amplio y pavimentado con losas de mármol. 

El Jardín de la Finca RojaFotografía: J.Luis Vila.

Finalmente cabe destacar es la fraternidad de los vecinos, que de vez en cuando y si es posible los jueves, se reúnen los "fincarrojenses"  se trata los inquilinos que habitan la finca, se reúnen para almorzar y especialmente recordar hechos pasados y presente. Amigos de casi toda la vida, hablan de juegos de cuando eran niños en el jardín de la Finca Roja. Amistades que en ocasiones llevaron hasta el altar creando matrimonios que habitarían juntos el edificio renovando las familias, y coleccionando nuevas historias que contar en estas reuniones.

Las reuniones de los vecinos de la finca roja
- fotografías de José Luis Vila.


jueves, 5 de marzo de 2015

La Calle del Trench, el lugar donde se puede viajar al pasado. (Calles de Valencia#5)

Otra calle que surgió de la historia del Pueblo valenciano.
-Fotografía: Isabel Balensiya-
 

CIUTAT VELLA
La Seu

Si realmente amas callejear por Valencia, segurisimo que conoces una estrecha calle que une las plazas del Mercado con la de Lope de Vega. Se trata de la calle del Trench.  
Su nombre procede porque en época medieval se rompió un trecho pequeño en la muralla para hacer “estraperlo” y evitar pasar las mercancías por los controles de la puerta de la muralla que había una cierta distancia. Así pues la palabra trench es un derivado del valenciano "trencar" (romper) para poder comunicar la ciudad, con el mercado que  - curiosamente el zoco islámico se encuentra donde hoy esta el Mercado Central - cuyos puestos se situaban, hasta entonces , al otro lado de la muralla, aunque dentro del recinto amurallado existía un mercado mas modesto. Los puestos tenían carteles con emblemas o dibujos, en vez de rótulos, para llamar la atención de los viandantes y atraer a posibles clientes, ya que no sabían leer, hecho que se daba con frecuencia en época medieval, sobretodo en las mujeres. 

Calle del Trench, desde la Plaza de Lope de Vega - 1900 - 

Desde tiempos inmemoriales ya se dedico esta vía a la venta de salazones, luego se establecieron carnicerías, pescaderos, droguerías.  Hoy en día esta cargada de gran variedad de pequeñas tiendas, las cuales son mas bien un puesto de venta, ya que la mayoría de las tiendas tienen prácticamente el mostrador pegado a al calle y el local es de pequeñas dimensiones. Quizás se encuentre aquí el encanto de la calle, ya que el comprador puede seleccionar su compra desde la propia calle, como cualquier puesto de mercado.
Calle del Trench
-Fotografía: Isabel Balensiya- 

Los edificios que forman la calle del Trench, apenas carecen de calidad artística, ya que no tienen mas historia que la de formar parte del ensanche de Valencia. En el siglo XVIII la calle fue adoquinada, un tiempo después en 1863 se le pavimento en mejores condiciones. En la actualidad es solo una calle mas de la ciudad, llena de tiendas curiosas de mercancía traída de Turquía y demás lugares del Próximo Oriente, mascaras venecianas, cafés, ropa laboral para empleados del hogar, algún que otro bazar y tiendas para "guiris" donde pueden encontrar souvernirs de nuestra ciudad. 

Si te detienes un día allí, tan solo un instante, podrás observar que es una calle  que al recorrerla te transporta al pasado de la ciudad.


lunes, 2 de marzo de 2015

Morir a la valenciana (La Valencia Negra # 3)

La vertiginosa visión de la Puerta de los Hierros desde arriba del Miguelete. 

CIUTAT VELLA
La Seu

En todas las ciudades hay lugares privilegiados para el suicidio, que no aparecen en ninguna guía, donde la gente acude para acabar con su vida. Y Valencia no es una excepción, el fatídico lugar se encuentra en uno de los símbolos más típicos de la ciudad, y son muchos los valencianos que lo han visitado y que poco a poco se va empequeñeciendo en el Skyline valenciano entre los enormes rascacielos. Se trata del Miguelete, en sus 600 años en el centro de Valencia, sus escalones han sido pisados por el Ángel Exterminador en varias ocasiones…

El primer caso documentado es 1418, cuando se estaba construyendo y uno de los obreros se mató al caer desde arriba. Veinte años después un sacristán que hacia tañer las campanas cayó también.
200 años más tarde, el 29 de junio de 1638 se despeñó Lorenzo Fuster, un niño de 6 años, hijo del campanero, cuando quiso alcanzar la cuerda de una campana.

El tiempo pasaba  y la Horrible Majestad de negro manto, seguía recorriendo los muros góticos de la torre…  la siguiente víctima de la torre, sería el 23 de diciembre de 1767, cuando se suicidó arrojándose al vacío, un soldado Manuel Sarcos, siguiendo  una funesta tradición que decía que el Miguelete era el lugar para todos los desesperados con el corazón roto y querían acabar con su vida. Porque pensaba que tirarse del Miguelete no dolía, era pesado subir las escaleras, pero una vez se tiraba, en cuanto su cabeza tocaba el suelo estaba muerto. Luego, el corazón, dejaría de suspirar por amor… El Miguelete era infalible.

El 11 de abril de 1831, el médico José Bruño, con 36 años puso fin a su vida.
El 30 de junio de 1861 Isabel Bartina Mestre, con 30 años, hija de un conocido comerciante valenciano. Un 14 de febrero de 1887, un joven de Ruzafa, Vicente Navarro con apenas 18 años también se arrojó al vacío.

Unos pocos años más tarde el 20 de noviembre de 1895, el maestro de obra. Antonio Labrandero sufrió un accidente cayendo a la plaza.

80 años más tarde, el 17 de septiembre de 1976, Miguel Montesinos de 26 años, subió a la torre y su cuerpo cayó junto a la Puerta de los Hierros. No se supo si su caída fue accidental o provocada por el mismo.

Finalmente la tragedia continúo un poco más, en el año 2012, fueron tres las valencianas que se arrojaron al vacío desde el Miguelete. La última fue el 20 de agosto de 2012 cuando una mujer de avanzada edad se lanzó desde lo alto de la torre gótica, sembrando el caos y el terror en los testigos que lo presenciaron.


¿Por qué la gente decidió subir arriba de la torre para “volar hacía la eternidad” ? Nunca se sabrá, cada cual tenía sus motivos. ¿Tan desesperados estaban para acabar con su vida “a la valenciana” ?  Desde aquí os digo, que la vida es el regalo más grande que tenéis, un don muy preciado. Y no hay nada tan grande como sentir como el corazón se te sale del pecho, junto a una respiración desbocada al llegar arriba del Miguelete y que la brisa te reciba junto las impresionantes vistas de la ciudad. Es un instante que te hace sentir vivo, y amar la vida. Sintiéndote orgulloso de pertenecer a esta gran ciudad como es Valencia.