Amigos ¿Qué tiene el desierto
que se ha impregnado de perfume?
¿Qué tienen las cabezas de los jinetes
que caen desfallecidas como ebrias?
¿se ha desmenuzado el almizcle
en el camino del céfiro
o alguien ha pronunciado el nombre de Balansiya?
Amigos, deteneos conmigo
pues hablar de ella trae la frescura del agua
a las entrañas ardientes.
Deteneos de grado y calmad vuestra sed
pues es seguro que vendrá la lluvia (…)
No hay otra tierra como esta, llena de almizcle (…)
Dicen: El Paraíso nos describes
¿y cómo podría ser el Paraíso
en otro mundo? – les contesto:
Balansiya es esa esmeralda
por donde corre un río de perlas
Es una novia cuya belleza
Dios ha creado para darle luego
la juventud eterna.
En Balansiya es constante el fulgor de la mañana
pues el sol juega con el mar y la Albufera
Aunque la mano de la separación
haya extendido entre nosotros
distancias que el viajero tarda un mes en recorrer
Balansiya sigue siendo la perla blanca que me alumbra
por donde quiera que vaya.
Con estos versos, Ar Russafí describía la majestuosa ciudad
de Valencia, cuando el verde del islam teñía sus calles, versos que hacían
honor a la ciudad bella cual sultana, de nombre Balansiya.
Se conoce muy poco sobre la Valencia musulmana, cuando la
ciudad visigoda de Valentia, al igual que otras más de España, pasó a ser
parte de Al- Ándalus entre los años 711 y 716, y se la renombró como Madinat al- Turab que significaba “ciudad
del polvo” por el estado de abandono en que se encontraba en esos primeros
siglos convulsos entre paleocristianos y musulmanes.
Según la documentación del emirato de Córdoba que se tiene,
se sabe que Abd- Allah al Balansat, hijo de Abd-Al-Rahman I, primer emir de Córdoba, ejerció
cierto nivel de gobernación sobre tierras valencianas, hasta el punto de
construir un palacio de gran lujo: Russafa,
que significa “jardín”, dando origen al nombre del actual barrio de Ruzafa.
Poco a poco, en la antigua ciudad de Valentia se comenzó a hablar de forma diferente al latín y sus habitantes tomaron otras costumbres, convirtiéndose
en monoteístas.
La
inesperada caída del poder califal, tras la deposición de Hisam II, permitió que
Balansiya pasara de una humilde sede gubernativa a convertirse en la capital de
un emirato autónomo, estableciéndose la Taifa de Balansiya el 10 de febrero de
1009. Siendo los afortunados de adueñarse del poder de la ciudad, dos esclavos
libertos vinculados al servicio de la familia de Almanzor y encargados de la administración
de las acequias, estos acequieros ahora gobernadores de la recién nacida Balansiya,
eran Murabak y Mudaffar, que ejercieron la autoridad conjuntamente hasta
1017/1018, llegando hasta a acuñar moneda propia con su nombre.
Nuestra ciudad fue creciendo en tiempos
del rey Abd al Azir al Mansur, quien mandó construir las murallas del siglo XI, las
más hermosas y fuertes de todo el Al-Ándalus.
En 1065 Fernando I de León sitió la ciudad de Balansiya, en
la llamada Batalla de Paterna. A finales del siglo XI y aprovechando la
inestabilidad política de aquel entonces, el Cid conquistó la ciudad el 15 de
junio de 1094, la cual estuvo en manos cristianas hasta 1103 cuando ni doña
Jimena ni los hombres del difunto Campeador pudieron aguantar el ataque, y
tuvieron que rendirse abandonando la ciudad. A su marcha los almorávides
ocuparon la ciudad, y volvieron a restaurar el culto musulmán.
Los almorávides empezaron a perder el poder ante los
poderosos almohades, que para entonces controlaban ya parte de la Península. Balansiya
resistió el sitio, por Ibn Mardanis, el Rey
Lobo, monarca de Balansiya y Mursya, pero finalmente la ciudad cayó sometida
al dominio almohade en el año 1171. Así, Balansiya estuvo cubierta por el estandarte de esta dinastía, hasta que en 1238 volvió a ser cristiana con la reconquista de Jaime I, de la cual ya te relatare
más adelante…
¿Pero, que tenía la ciudad de Balansiya para que fuera denominada
la Perla de Al Andalus y se le
compusieran bellos poemas en su honor?
[CONTINUARÁ...]
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