sábado, 28 de abril de 2018

La Fuente de la Diosa Flora (Fuentes de Valencia#16)



Plano general de la Fuente de Flora.
Fotografía: Isabel Balensiya. 
PLA DEL REAL
Exposición 

Hoy, 28 de abril, los antiguos romanos conmemoraban el día de la diosa Flora, por eso es el momento ideal para conocer esta fuente que podemos encontrar en los jardines del Paseo de la Alameda.


Pero, antes es conveniente conocer a esta deidad. Flora era la patrona de las flores, de los jardines y de la primavera. Es cierto, que dentro de la corte divina romana existían diversas diosas referentes a la fertilidad, pero no tenían la importancia de Flora, pues a ella se le asocia la primavera y el despertar de la naturaleza. Ella es la fuerza que hace florecer los campos. Las flores, los cereales, la miel, las semillas eran considerados regalos que la diosa otorgaba al hombre.

Aunque se trataba de una divinidad antigua de Roma, se identifica con la ninfa griega Cloris, de quien se cuenta que un día de primavera, estando la ninfa  vagando por el campo, esta fue vista por el dios del viento, Céfiro, quien de inmediato quedó prendado de su belleza. El dios al enamorarse profundamente de la ninfa decidió raptarla y para legitimar su acto decidió casarse con ella. Como regalo de bodas y muestra de amor, Céfiro le hizo entrega a Cloris del Reino de las flores de los jardines y los campos de cultivo, otorgándole también un jardín en el que siempre sería primavera.

Según las crónicas, el culto a Flora fue introducido en Roma por el rey sabino Tito Tacio, quien mandó construir un templo después de la consulta de los libros Sibilinos. Este templo se erigió en la colina Quirinal en Roma. Pero, tras una  sequía que había acontecido alrededor del 241 al 238 a.C. el templo de la diosa Flora cambió de lugar y se reformó el culto, Esta vez el lugar elegido se encontraba cerca del Circo Máximo (Coliseo) en la parte baja de la ladera del Aventino. Este lugar se consagró un 28 de abril en su honor y desde entonces los antiguos romanos lo celebraban, porque Flora era considera como una de las diosas más antiguas del culto romano, y era una de las quince deidades que tenían su propio sacerdote, Flamen Florialis apoyado por el Estado.

Macabramente en el momento de hacer
la fotografía, había una paloma "sacrificada"
en el interior de la alberca. 

Su festividad tomó el nombre de Floralias, y consistía en una serie de procesiones y el sacrificio de animales como ovejas o palomas. Simbolizaba la renovación del ciclo de la vida, marcada con bailes, bebidas y flores. Esta fiesta podía prolongarse hasta una semana,  durante  la que se celebraban los Ludi Florae o juegos de Flora, que llegaron a nuestros días como los Juegos Florales.

En el caso de nuestra ciudad esos Juegos Florales llegarían en 1879 organizados por Lo Rat Penat  y consistían en una lid entre poetas valencianos con el lema de “Patria, Amor y Fe”. Estos juegos concluían con la Feria de Julio en la famosa Batalla de  Flores que se hace en la Alameda, muy próxima a la fuente de la diosa Flora.

La fuente, protagonista de hoy, surgió del proyecto de embellecer los jardines de la entonces recién creada Alameda. Para ello se ideó realizar unos elementos escultóricos, entre ellos la estatua de la diosa Flora que fue un encargo del alcalde valenciano  Francisco Brotóns al escultor valenciano José Piquer. Fue esculpida en mármol blanco de carrara en el taller romano de Piquer.

La Diosa Flora de Alameda
Fotografia: Isabel Balensiya.
La diosa va vestida con una túnica realizada en la técnica  escultórica, paños mojados, que consiste en representar las transparencias del cuerpo humano producida cuando el peplo – túnica sin mangas – está mojado. Flora está recostada sobre un pilar, tiene la pierna izquierda ligeramente flexionada generando la famosa curva praxiteliana, que consiste en la inclinación de la cadera llegando a ser algo pronunciada y en forma de S, creando un elegante contrapposto para evitar el hieratismo. Los pies los lleva calzados con unas sandalias y va peinada con una corona de trenzas y bucles alrededor de la frente. En cuanto a los brazos, uno lo tiene extendido a la altura de la cadera, mientras, el derecho lo alza sobre la cintura mostrando una flor.

Está ubicada sobre un pedestal de estilo clasicista, también de mármol. Se hace destacar con un cestillo de ladrillos rustico y cemento blanco, que se encuentra en el centro de la alberca circular rodeada por surtidores. En su origen albergaba plantas acuáticas, entre ellas nenúfares y calas.



La Fuente dotada de vegetación en 1900.


Todo está rodeado por una barandilla de hierro de formas ondulantes, que se sujeta en bloques de piedra tallados. Finalmente la base es de ladrillo rojo.




Como curiosidad histórica, está recogido en el libro Historia de los jardines valencianos de Aurora Rodríguez, que durante la riada de 1957, la diosa Flora perdió una mano y permaneció sin ella, hasta que un soldado, que el Ejército envió a limpiar el barro de la Alameda, tal vez estudiante de Bellas Artes o quizás modelista, con suma gracia y delicadeza modelo una mano que cuidadosamente le colocó, hasta que se restaurase definitivamente.

Ubicación en el mapa.



lunes, 23 de abril de 2018

El Ultramarinos de la Calle del Mar (Comercios emblemáticos de Valencia#4)

El centenario ultramarinos de la Calle del Mar
Fotografía: Isabel Balensiya.
CIUTAT VELLA
La Xerrea.
Calle del Mar, 32.


Calle de Trinquete de Caballeros con el ultramarinos al fondo.
Foto de la izquierda (1931) a la derecha la comparativa actual.
En 87 años apenas a cambiado la visión de la calle. 


Saliendo de la calle Trinquete de Caballeros, llegamos a una plaza donde lo primero que  llega a nuestro olfato es un sabroso aroma de atún que haría ronronear a un gato. Nuestros pasos nos llevan ante una antigua puerta acristalada de color mostaza, a través del cristal podemos ver que se trata del clásico ultramarino y vemos a su sonriente dueño, Enrique, que regenta este establecimiento de carácter pequeño, con su típico mostrador de mármol blanco y con apariencia de almacén.

Estas tiendas se caracterizaban por no vender un único producto, sino que  se podían encontrar todo tipo de viandas,  en su origen procedentes de Ultramar, como era el café, las especias y otros productos de importación  de las colonias españolas, desde más allá del mar. Estas tiendas, además, suelen tener una gran flexibilidad de horarios.

Nada más entrar en el local, sobre el blanco mármol vemos una serie de viandas preparadas en unos cuencos: el atún, tomate, anchoas, aceitunas de todo tipo… junto a todo ello, pan recién hecho en un horno cercano.


Asombra cómo en tan pequeño recinto, sus dueños tiene los productos colocados ordenadamente en baldas de madera blanca antigua, que recorren todas las paredes hasta el techo. Desde que descubrí hace unos años este lugar en mí callejear, no he dudado nunca en acudir aquí a calmar mi sed o mi hambre, ya que puedes encontrar zumos y refrescos bien fresquitos, paquetes de galletas, saladitos, rosquilletas, papas y demás picaetas.

Entrar en esta tienda es como viajar a través del tiempo, te transporta a esas tiendas que podemos ver en fotos o películas antiguas, y huele a historia de barrio. Por esta razón decidí buscar información sobre el comercio y también entrevistar a su dueño, para daros a conocer el origen de este comercio de Valencia.

Plano general del interior del comercio.
Fotografía: Isabel Balensiya.

Se conoce que a finales del siglo XIX, este pequeño comercio era una tienda de géneros de punto: Hijos de Durán, que con el tiempo fue comprado por Jaime Garganta, que mantuvo el negocio hasta su fallecimiento, pasando entones a su viuda e hijos.

Fue en el año 1914 cuando Juan Salvador instaló su carnicería, la cual evolucionó a un ultramarinos y así ha permanecido  hasta hoy en día. En 1931, a la edad de 12 años comenzó a trabajar en el ultramarinos el padre, del actual propietario. A principios de los años 60, los dueños de aquella época Juan Salvador y su mujer, al no tener descendencia, dejaron la tienda a su empleado Enrique, quien estuvo al frente hasta 1984 cuando se jubiló, y desde entonces es su hijo Enrique Dasí Seguí  quien la regenta.

Detalle de las molduras y estantes de madera
 blancos y la estampa de San Pancracio.
Fotografía: Isabel Balensiya.

En sus 105 años de vida, este ultramarinos no ha cambiado en absoluto, salvo las mejoras tecnológicas como la luz o los mostradores refrigerados. Pasó la Guerra Civil de 1936, más tarde sobrevivió a la riada de 1957 – las aguas llegaron aproximadamente a un metro de altura -  y  ha mantenido su estética de origen, incluso la pequeña puerta que da acceso a la trastienda, donde  los actuales propietarios criaron a sus hijas, ya que durante una época vivieron en el piso de arriba del ultramarinos.

Después de tantos años preparando bocadillos, vendiendo conservas y calmando la sed de los callejeros valencianos, el señor Enrique y su esposa, los amables dueños, cerrarán las puertas de este emblemático comercio en agosto, pues les aguarda un merecido descanso por jubilación.

Enrique Dasí Seguí y su esposa, los amables dueños
 detrás del mostrador que han estado cuidando tantos años.
Fotografía: Isabel Balensiya

 Por eso, callejero te recomiendo que vengas a visitar esta tienda, que quizás te traiga recuerdos de cuando eras niño, quizás veas lo que tus padres y abuelos te contaron sobre el comercio de cuando eran jóvenes. Olvídate de los supermercados durante unos días y ven a por provisiones aquí, porque en una semana haremos un largo camino y viajaremos por el tiempo.  






Ubicación en el mapa.

domingo, 15 de abril de 2018

La Fuente del Agua de Azahar (Fuentes de Valencia #15)

La sencilla fuente del Agua de Azahar.
Fotografía: Isabel Balensiya.

PLA DEL REAL
Exposición.

Hace unos días, conociste la historia del ficus de la Condesa de Ripalda, el cual se alza junto a los muros del Jardín  de Monforte. Estos discurren a lo largo de una calle que suelo recorrer con frecuencia. Estos días pasados, después de escribir el post sobre el árbol, quise ir de nuevo a contemplarlo, pero hubo algo que me llamó la atención y fue el aroma a Abril. Si callejero, Abril tiene un perfume particular, y este no es otro que el del azahar,  que en esta calle proviene del otro lado del muro del Jardín de Monforte. 

Me adentre por los jardines  y dejándome llevar por la tranquilidad del momento, por el tibio sol que acompañaba mi caminar que se perdía por los caminos de grava, volví a sentir ese dulce perfume que procedente de un cruce de caminos que formaban un círculo y ofreciendo al paseante cuatro bancos donde descansar bajo la sombra de siete naranjos. 


El camino de grava que lleva a la fuente.
Fotografía: Isabel Balensiya. 


Detalle del surtidor.
Fotografía: I. Balensiya.
Cual fue mi sorpresa  al acercarme y oír el leve rumor del agua que surgía de esas pequeñas y sencillas fuentecillas, que tanta gracia me hacen, y fue entonces, al entrar en aquel círculo de naranjos, que descubrí una nueva fuente en la ciudad, de esas anónimas, simples y algo contemporánea, formada por una alberca circular de cemento de un palmo y medio de profundidad, donde se alza un prisma de piedra alrededor de medio metro de altura, sobre él, en un pequeño pedestal cuadrado hay un disco de hierro del que brota el agua de esta fuente única, porque no es un agua común, sino Agua de Azahar. Quizás, algunos dirán que es por el óxido, pero la piedra está cubierta por una pátina anaranjada que recuerda al jugo de la naranja, que recorre la superficie hasta el fondo de la alberca donde se recoge el agua junto a los aromáticos pétalos de las flores de azahar que flotan en ella.

Interior de la alberca, donde las flores se mezclan con el azahar.
Fotografía: Isabel Balensiya.

Simplemente, es un rincón agradable y único dentro del gran bullicio de la ciudad, del cercano Paseo de la Alameda y de la  zona universitaria. Un lugar que invita a sentarse, a leer con tranquilidad a la sombra de los aromáticos árboles y mientras escuchas el rumor del agua.

Vista del agradable lugar especial del jardín.
Fotografía Isabel Balensiya.

Es momento de cerrar por un instante los ojos y respirar el aroma, escuchar el leve rumor del agua y sentir la brisa remover las hojas del naranjo y tu cabello, por un instante dejas de estar en Valencia para transportarte a los jardines de la Alhambra, donde el perfume del azahar hace rememorar la leyenda de este aroma, la cual dice así:    



Cuenta la leyenda que el sultán de la medina de Granada, Alkabul el Privilegiado, posó sus ojos en la incipiente gracia de la hija de una pareja de sus esclavos, la joven tenía de nombre: Al-Azhar. El sultán, prendado de los luminosos encantos de la doncella, mató a sus padres y la llevó a vivir con él, con el propósito de desposarla el mismo día que la muchacha cumpliría trece años.

Fotograma de Wallada la Omeya
videoclip musica de Saurom
Semanas antes de celebrarse el casamiento, Xurán, un joven calígrafo y arquitecto de la Granada nazarí, recibió de Alkabul el encargo de decorar la cámara nupcial. Apenas traspasó el dintel de la puerta se encontró con la princesa, descubriendo en sus grandes ojos negros el misterio del amor.

Una tarde poco después, cuando los señores y los esclavos dormitaban a plácido descanso de la tarde, se encontraron a solas y Xurán le declaró su amor, también le reveló un terrible secreto: que una vez hubiera acabado el encargo del sultán sus ojos serían cegados para que no volviera a crear una obra similar.

Esa misma noche se volvieron a encontrar y los amantes abrasaron sus deseos entre la palmeras de la mediana. Justo eran los días en los que los naranjos amargos estaban en flor. Entre suspiro y suspiro, la Alhambra se iba llenando del perfume de la flor del naranjo. Sería su última noche. Al amanecer se despidieron entre lágrimas.

Ciego de ira y loco de dolor cómo sólo un déspota es capaz de serlo, el sultán Alkabul mató a la bella Al-Azhar y después de quemar su cuerpo esparció sus cenizas entre los rosales del palacio. A pesar del olor de las cenizas y la fragancia de los rosales, no consiguió aplacar el aroma que los amantes habían dejado la noche anterior, ni el rastro que en el aire permanecía de la fragancia amorosa creada con la mezcla de sus cuerpos.

Alkabul, guiado por el perfume que Al-Azhar había impregnado en Xurán, le persiguió y persiguió hasta acorralarlo en el promontorio del Veleta, donde se quitó la vida. Desde entonces, cuando la brisa sopla sobre los jardines de la Alhambra, un aroma penetrante e inolvidable se extiende  por Granada, el azahar el perfume del amor eterno.

La Alhambra de Granada.

Esto es solo una leyenda, el origen debe su nombre a la lengua árabe, procede de az-zahar que significa flor. Palabra que utilizaban no solo para la flor del naranjo, sino para la flor blanca. Porque está flor para los árabes representa la pureza y la inocencia, la castidad, de ahí viene la costumbre de que muchas novias la lleven en su ramo al contraer matrimonio. Una tradición  que nos trajeron los Cruzados tras su estancia en Tierra Santa. Quizás, a algunos de vosotros os suene la ciudad de Medina Azahara, que vendría a significar la ciudad de las flores. La flor también dió nombre de mujer: Azahara. 


Ramo de novia actual y antiguo tocado de
 novia, con flores hechas en cera.

El aroma, junto con la belleza de un naranjo en flor, nos ha cautivado desde tiempos inmemoriales a poetas y músicos. El aroma dulce y delicado del azahar, los frutos como soles y las flores estrelladas, son seña de identidad de ciudades como Valencia o Sevilla, y aunque su origen tenemos que buscarlo en el lejano oriente, hoy en día es símbolo de nuestro Mare Nostrum, ¿Alguna vez habéis pensado a qué sabe y huele el mediterráneo? Pues sabe a aceite de oliva y huele a azahar.



Volviendo al tema del agua floral, estas flores son destiladas para obtener su esencia, pues contiene hesperidina, una propiedad calmante para dolores de cabeza, desmayos, ansiedad e insomnios. ¿Acaso vuestras abuelas no ponían una cucharadita de agua de azahar en la tila? También, para algunas de ellas,  era ese ingrediente "secreto" de sus pasteles, que marcaban la diferencia del resto, pues se trata de un aromatizante natural. 


Postre árabe a base de Agua de Azahar

Pero no solo se utiliza para la repostería, sino también para agasajar a las visitas con su perfume luminoso, por eso en muchos hogares musulmanes tiran algunas gotas sobre los hombros del visitante como señal de hospitalidad, transmitiendo de esa manera el deseo de que vuelvan en otra ocasión.

En la medicina popular se ha usado para aliviar dolores menstruales, cólicos, dolores de cabeza, desmayos, ansiedad e insomnio.



El agua de Azahar se puede usar como tónico facial y para fijar el maquillaje en la piel, o simplemente para refrescarse en un día caluroso y también como calmante cutáneo. Su aceite esencial es utilizado desde la antigüedad para cosméticos y bases de perfumes por su aroma.



Hoy en día podemos encontrar perfumes con este agradable aroma,
como "Agua de Azahar" de la casa Aires de Sevilla.

Este articulo no ha sido más que un homenaje  a esta flor tan especial, cuyo olor nos transporta a una dulce primavera, que entre los naranjos y el aroma de azahar nos recuerda que la Feria de Abril se aproxima, comenzando a tararear la sevillana de Rafael del Estad:



Flores blancas de azahar,
que perfuman a Sevilla,
que perfuman a Sevilla,
flores blancas de azahar,
dando su olor a los vientos
que van de esquina en esquina,
aroma de amor secreto,
susurros que llevan el aire,
sueños que se ven despiertos, 
besos que se dan a nadie. 


Patio de naranjos de la Catedral de Sevilla.