El álamo oculto entre otros árboles del paseo. |
Con curiosidad sigo ese antojo de voz anciana que parece llamarme y es cuando lo encuentro, oculto entre otros arboles que se agitan guiados por el aire, veo un álamo. El único superviviente de todos los álamos que en un tiempo atrás se hallaban plantados en la orilla del Turia y que dio nombre a la vía: Paseo de la Alameda.
Un
paseo cuya historia es tan larga como él mismo, pero eso os lo relataré otro día, callejeros. Nuestro árbol protagonista de hoy es uno de los muchos que plantó
Lorenzo Llop a petición del intendente del Reino de Valencia, Rodrigo
Caballero, en 1714 para la mejora de este paseo destinado a las horas de recreo
de los nobles de la ciudad y la decoración de la entrada al Palacio del Real.
La estructura dieciochesca del paseo consistía en una vía de 825 metros de longitud, formada por dos calles de 15 metros para carruajes, caballos y calesas. Dichas calles estaban separadas por una tercera destinada para paseantes.
Antiguo grabado de la ciudad donde se ven los álamos. |
Un lugar
de bastante belleza para la época, dónde podían los valencianos antiguos
encontrarse los álamos. Unos frondosos árboles que les proporcionarían abundante
sombra en verano, pues constan de unas ramas robustas y una copa muy ancha. Razón
por la que perfectamente pueden vivir 400 años, siendo como característica de los
ejemplares más antiguos una corteza gris agrietada. Que alcanza hasta 30 metros
de altura, y sus hojas tienen forma de corazón.
Detalle de la corteza vieja del álamo. |
Fueron
escogidos porque tienen un porte esbelto y elegante, siendo recurrentes para
engalanar avenidas, como lo fue en el pasado el Paseo de la Alameda, una
ubicación perfecta, pues la cercanía del río mantenía la humedad necesaria en
el terreno para que ellos pudieran absorber toda la cantidad de agua necesaria
para desarrollarse.
Se cuenta una vieja leyenda procedente de Grecia, que el dios Hades, rey del mundo de los muertos, se enamoro de una joven llamada Leuca. De su relación surgió el álamo, símbolo de su amor.
Cuando
la mujer murió, el dios Hades hizo que crecieran álamos en los rincones de los
Campos Elíseos, donde llegaban las almas de todas las personas muertas. Una
leyenda que se hizo con el tiempo realidad, pues surgió la tradición de
cultivarlos en cementerios y en monumentos funerarios.
Desde
entonces los álamos se encuentran vinculados al tema de la muerte, crecen en
lugares yermos, pues no necesitan tierra de gran calidad, solamente un poco de
agua. Por desgracia nuestro álamo de la alameda también está vinculado al tema
de la muerte, pues se está muriendo. Es el último de su especie, el superviviente
de aquellos hermosos álamos que crecieron en la Alameda hace ya un poco más de
300 años.
Así
que callejero, antes de que el viento pueda romper su maltrecha presencia, ve a visitarlo, observa a este viejo soldado que aún se mantiene en su fila, y
ríndele honores con tu presencia, pues tal vez, cuando tu alma muera y llegues
a los Campos Elíseos te encuentres con el y te ofrezca su sombra para descansar
para toda la eternidad.
Hole
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