Estatua Jaime I en el Parterre. Fotografía: I. Balensiya. |
La Xerrea
9 de octubre de 2021. Hoy, como todos los 9 de octubre, los valencianos nos dirigimos tots a una sola veu al Parterre para entonar el himno regional, tras colocar la corona de hojas de Laurel a los pies de la estatua ecuestre de Jaime I El Conquistador.
Valenciano, seguro que has cantado con respeto y has admirado la estatua con devoción casi religiosa. ¿Pero acaso sabías que este año es su 130º aniversario?
Detalle de la corona de Laurel Fotografía: I. Balensiya |
Nos tenemos que remontar al siglo XIX cuando surgió la idea de crear este monumento. Fue en una tertulia que se organizó en 1875 por Teodoro Llorente, director del periódico Las Provincias. Los tertulianos pensaron que Valencia tenía que homenajear el sexto centenario aniversario de la muerte del Rey Conquistador en 1876 y presentaron la propuesta al Ayuntamiento, pidiendo la construcción de tal estatua. Ese documento lo firmaron: Teodoro Llorente, Vicente Querol, Eduardo Attard, Juan Reig, Feliciano Llorente, José Fernández Olmos, Vicente Graus, Aurelio Querol, Bernando Ferrandis, Rafael Ferrer y Bigne, José Brel y Juan Navarro Reverter.
El Ayuntamiento con mucho gusto acepto la propuesta, y nombró una junta rectora del monumento el día 13 de junio de 1876. La cual fue dividida en dos secciones, una que atendió al estudio de la estatua y otra a recaudar fondos para su construcción.
La Junta fue presidida por el alcalde accidental F. Llorente y Ferrando quien decidió que el monumento sería la imagen del rey a caballo, estaría hecha de bronce de tamaño y medio mayor que el natural y se sufragaría por suscripción pública.
Llegó el primer contratiempo y anécdota: la estatua no estuvo hecha para la fecha del centenario, por falta de recursos económicos. Para que el entusiasmo de los valencianos no cayera, se acordó en 1878 construir el pedestal, que fue realizado por el arquitecto municipal Vicente Constantino Marzo, con una altura de siete metros y medio. El material escogido fue piedra de Almorquí, una piedra muy resistente a las condiciones extremas y que no se fisura y que ha sido utilizada durante más de siete siglos como material de construcción en nuestra tierra, sobre todo en la zona de Novelda.
La estatua durante la Riada de 1957, las aguas alcanzaron los 5 metros. Fotografía coloreada por I. Balensiya |
Un año más tarde en el Boletín Oficial del Estado, aparece la convocatoria dirigida a los escultores valencianos para realizar la estatua. Se presentaron: Moltó, Yerro, Gilabert y Aixa.
Segunda anécdota: Ningún diseño de los escultores valencianos agradó y el concurso de declaró desierto.
Dado que el concurso realizado a los
artistas valencianos había quedado sin resolver, al no convencer ninguno de los
proyectos. La Junta encargó el notable escultor catalán Agapito Vallmitjana la
obra.
El escultor realizó un diseño que
maravilló a la Junta, por lo tanto, dieron su aprobación, pero… ¡Generó una gran
polémica con escultores valencianos!
Boceto que presentó Vallmitjana. Institut d´Historia de Barcelona. |
Por el otro lado, el escultor
Vallmitjana tenía 55 años y ya era un artista consagrado. Procedía de una
familia modesta, había ingresado muy joven en la Academia Provincial de Bellas
Artes de Barcelona, su ciudad natal. Su carrera despuntó al especializarse en
escultura religiosa y funeraria.
Fragmento del modelo en madero de Vallmitjana Se conserva en el Archivo Histórico de Valencia. |
Tercera anécdota y leyenda urbana: Se dice que cuando Vallmitjana recibió el encargo de diseñar la estatua estuvo buscando un caballo que le sirviese de modelo. Tenía que ser un corcel digno de un rey: veloz, fuerte y de gran tamaño. Finalmente lo encontró, un caballo percherón que pertenecía a un comerciante llamado Rafael Martí, el cual lo usaba para trabajar.
Según se iba tallando el caballo en
madera, mas emocionado estaba el comerciante, de la inmortalización de su
caballo. El hombre había sido soldado miñón y recordaba esa época como la mejor
de su vida, por eso el momento en que se vertió el bronce líquido en el molde,
Rafael dejó caer su sombrero militar, que aun usaba, dentro del molde. Quería
que el recuerdo de la mejor época de su vida, acompañara la imagen de su
caballo. Con la emoción del momento histórico, no se acordó de coger el dinero
que había ahorrado y guardaba escondido dentro del sombrero. Así fue como se
fundió en el bronce a 900º grados su sombrero militar de miñón y un billete de
mil pesetas, los ahorros de toda una vida.
Billete de 1000 pesetas de 1880. |
El contrato con el catalán se firmó
por la cantidad de 50.000 pesetas, satisfactoriamente acabó su obra el 29 de
abril de 1886, pero el rencor de los artistas valencianos contra la Junta aún continuaba
como bien apareció publicado en Las Provincias:
«Si Valencia es, sin duda, el centro
pictórico de mayor importancia de España, Barcelona es el primer centro
escultórico, de ello han de salir obras para todas partes, de todas ellas, una
sola es la que en Barcelona ven salir con sentimiento, una sola es la que allí ha
merecido los honores de que se la quisiera reproducir para no desprenderse de
ella: la estatua ecuestre del Rey Don Jaime, hecha por D. Agapito Vallmitjana.
El ayuntamiento de aquella capital acordó pedir al de Valencia que le
permitiese fundir otro ejemplar, para colocarlo en la plaza Real, viendo que
esto ofrecía grandes inconvenientes, ha pedido al escultor que haga para
Barcelona otra estatua del Rey D. Jaime. Pero esto será porque los catalanes no
entienden, porque ya hemos convenido aquí, en “petit comité” que la estatua es
un “buñuelo”».
Fuese o no del gusto del grupo de los
artistas valencianos, con el modelado de la estatua acabado, había que pasar a
la segunda parte del proyecto: su fundición, había que escoger al fundidor que
transformara el modelo de madera en un bronce artístico.
La cuarta anécdota: Esto es España y fueron a
encargarlo al más barato.
Así lo atestiguan los documentos:
«Era muy normal en Valencia el deseo
de que, ya que no había podido construirse la estatua por un escultor
valenciano, hicierase su fundición en talleres de esta ciudad. La Junta
erectora abundaba en estos sentimientos, pero creyó que, a fin de garantizar
los intereses puestos a su cargo, debía abrir un concurso para dicha obra de
fundición. A este concurso solo fueron llamados los fundidores españoles. El
plazo concedido de termino el 20 de enero de 1887. Acudieron al llamamiento los
Sres. Comas hermanos, de Barcelona que ofrecieron fundir la estatua por 36.000
pesetas, Alejandro Wolhguemosthm, también de Barcelona por 34.500, Vicente Ríos,
de Valencia, por 50.000 y los Sres. Climent y Alacá, dueños de la Maquinista Valenciana
por 30.000.»
Imperaba el deseo de fundir la estatua
en Valencia, así en el concurso lo ganó La Maquinista Valenciana, cumplía
el requisito de ser de la capital del Turia, y el añadido de ser la más
económica. Pero como aún así seguían sin tener aún toda la cantidad de pesetas necesaria
no se formalizó el contrato hasta 31 de julio de 1888, por medio de una
escritura pública, entre el alcalde accidental D. Pedro Fuster y los Señores
Climent y Alcalá.
En dicho contrato se decía que se
comprometía a entregar a la Junta una estatua fundida en 15.000 kilos de bronce,
estaría aleada en 914 milésimas de cobre, 54 de zinc, 17 de estaño y 15 de
plomo y la plancha debía tener el espesor mínimo de 10 milímetros. La entrega
se haría en 8 meses y la colocación sobre el pedestal corría de cuenta de La
Maquinista Valenciana.
Así lo hizo saber El Almanaque de
las Provincias en 1892.
El 10 de agosto de 1890 el modelo de
madera del rey Jaime entró en los talleres de La Maquinista Valenciana. La
familia Climent durante dos años pudo decir que fue “la casa del rey”. Lo que hizo
que la fundición fuera uno de los lugares más visitados por las personalidades
de la ciudad, además de foco de mira de la prensa, especialmente del periódico Las
Provincias, ya que su director fue uno de los iniciadores del proyecto.
El segundo inconveniente: La Maquinista Valenciana no
pudo terminar el monumento hasta cinco años después.
La quinta anécdota: Durante 13 años Valencia tuvo un
pedestal de piedra sin estatua alguna.
Vista general del Parterre, al fondo el pedestal sin Jaime I (1888) Fotografía coloreada por: I. Balensiya |
Continuemos con el proceso de fabricación y la anécdota sexta.
Necesitaban materia prima para hacer
la estatua es por ello que consiguen que el Ministerio de Guerra le cedieran cinco cañones y un obús del Castillo de Peñíscola, autenticas obras de museo militar, que tenían arrinconadas
en la fortaleza castellonense. El 30 de enero de 1887 los operarios de La
Maquinista Valenciana, comenzaron a cortar en trozos los cañones, para
poder dejarlos en meros bloques de bronce listos para ser fundidos.
Una vez pagado el contrato, la
empresa de fundición trasladó la estatua de madera desde Barcelona a Valencia,
un proceso que se podía seguir día a día a través de las gacetillas que
publicaba Las Provincias.
7 de agosto de 1888
Nos escriben desde Barcelona que el
viernes comenzaron a cortar el modelo de la estatua del rey Don Jaime en los
trozos que han de hacerse para dividirla y fundirla. Esta solo en tres: la
cabeza y cuello del caballo, el cuerpo del jinete hasta la cintura y el cuerpo
del caballo con las piernas del jinete. Para hacer estos cortes el ingeniero de
la fundición del Sr. Climent se ha puesto de acuerdo con el escultor Sr.
Vallmitjana y con la comisión de la Junta que está en Barcelona.
Las noticias se iban publicando en la
prensa y eran seguidas con gran expectación por los valencianos. En agosto
llegó a la ciudad el tercer inconveniente, la estatua era “demasiado”
grande.
9 de agosto de 1888
Ayer regresó de Barcelona el Sr. Climent
dejando facturada y dispuesta sobre el “wagon” la estatua del Rey Don Jaime.
Ayer debió salir de aquella ciudad y llegará hoy, a pesar de haberse separado
la parte superior del jinete del caballo resulto que este colocado en el vagón,
no podía pasar túneles. Hubo necesidad de quitar el plinto de madera sobre el
que descansa y cortar parte de la cabeza y cuello.
Cuando fue conducida la estatua de
los talleres del Sr. Vallmitjana a la estación, en un camión muy grande
arrastrado por ocho caballos, la gente se detenía a mirar aquella enorme figura
hecha pedazos y los que conocían al Sr. Vallmitjana se complaciera de que
procesa a fundirla.
Afortunadamente el traslado desde la
Estación del Norte al taller de La Maquinista Valenciana, no ocurrió
ningún incidente.
11 de agosto de 1888
Ayer tarde quedó depositada en los
talleres de La Maquinista Valenciana el modelo en madera del Rey Don Jaime, el
transporte por ferrocarril y la descarga se verificaron sin el menor incidente
y menoscabo. Los Señores Climent y Alcalà se proponen montar dicho módulo antes
de proceder a la fundición, para que puedan verlo los que deseen. Avisaremos el
día en que quede expuesto al público. A propósito, La Ilustración Catalana,
publica su último número un retrato del escultor Vallmitjana y de su obra la
estatua del Rey Don Jaime.
Portada de la Ilustración. 8 de Febrero de 1891 |
El cuarto inconveniente La Maquinista Valenciana no cumplió el tiempo establecido en su contrato. Pronto comenzaría a tener problemas. Pero aun así una hurra resonó en el local en el primer momento en que el que con zozobra vieron derramarse fuera del molde una pequeña cantidad de metal fundido, pronto le sucedió un nutrido aplauso. Habían tenido el material suficiente para rellenar hasta el borde del enterrado molde.
El Señor Climent fue felicitado por
todos, cuando por fin extrajeron de los moldes la estatua, y despejar esa incertidumbre
de que no había sufrido ninguna contrariedad. Valencia entera respiró aliviada,
para la Feria de Julio podrían ver la estatua sobre su pedestal.
Quinto inconveniente: No todo fueron laureles para Francisco
Climent, esa primavera el incipiente proletariado industrial valenciano,
agrupado en el sindicato de la UGT y en centro anarquistas planta cara a la
patronal con sus reindivincaciones de mejora en las condiciones de trabajo,
especialmente en la lucha de la jornada laboral de ocho horas. Todas las
industrias de Valencia se paralizaron, La Maquinista Valenciana, también.
En el meeting del 2 de mayo de
1890 que dio la agrupación de Valencia del Partido Socialista Obrero se
exponen con claridad las reclamaciones, que plantean los trabajadores
valencianos:
- - Limitación
de la jornada de trabajo de 8 horas para los adultos.
- - Prohibición
del trabajo de los niños menores de 14 años.
- - Reducción
de jornada para los trabajadores entre 14 y 18 años.
- - Abolición
del trabajo de noche, excepto algunas industrias cuya naturaleza exige un funcionamiento
no interrumpido.
- - Prohibición
del trabajo de las mujeres en industrial que puedan perjudicarlas por ser mujeres.
- - Abolición
del trabajo de noche a la mujer y obreros menores de 18 años.
Todos los trabajadores valencianos, imitaron a
los franceses, apostando por una huelga general con el único medio de lograr
esas 8 horas de jornada laboral.
Las Provincias hizo crónica de ello.
7 de mayo de 1890
Una comisión de propietarios de
fundidores y talleres de construcción visitó ayer mañana al Señor Gobernador,
para pedir el apoyo de la Autoridad, a fin de que garantizase la libertad del
trabajo. Manifestaron al Sr. Jimeno de Lerna que todos los operarios hallábase
dispuestos a reanudar sus faenas, pero pedían la seguridad de no ser molestados
por los huelguistas. Los operarios que no han hecho demanda alguna, volverán
hoy a los talleres, si como es de esperar, con el apoyo de las Autoridades.
Ayer por la tarde se reanudaron los trabajos de fundición en La Maquinista Valenciana, protegiendo el edificio por las fuerzas de la Guardia Civil. Por la mañana se habían disparado dos petardos en la puerta de la fundición, produciéndose la alarma consiguiente, carreras y cierre de puertas.
Al día siguiente la huelga general se
podía dar por dominada y los mercados y centros de reunión, el comercio y todo
el resto de la ciudad volvían a tener un día cotidiano sin historia alguna. Este
día no se hizo ninguna detención, pero las calles eran vigiladas y la Guardia
Civil a caballo continuaba las rondas por el centro de la ciudad y los
arrabales por las noches.
17 de julio de 1890
Ayer se reunió la Junta del monumento del Rey Don Jaime para tratar la fundición de la estatua. La Maquinista Valenciana se comprometió a fundirla y colocarla sobre el pedestal en el término de 10 meses que concluyeron en mayo último. No habiendo cumplido su compromiso, la Junta entiende que procede la escisión del contrato y ha autorizado a su presidente el Sr. Alcalde para tratar con dicha fundición y resolver lo que proceda.
Llegó una inquietante noticia:
Se dijo que Francisco Climent había informado que la base de la estatua era más
grande que el pedestal que debía soportarla. Se decía que la estatua en vez de
ser tamaño y medio del natural, lo eran dos veces mayor.
Solo fue una falsa alarma. Las
medidas eran perfectas. El trabajo siguió su ritmo como fue informando el
periódico estrella de la ciudad:
21 de junio de 1890
Tocan a término los trabajos de
fundición de la estatua del Rey Don Jaime y quizás antes de que termine la
semana que van a empezarse las de remate con la fundición del busto, única
pieza que queda para completar la gran figura ecuestre que, para gloria y
ornato de Valencia, se ostentarán en una de sus mejores plazas.
Los trabajos de pulido y refinación también
adelantan con rapidez, Limpias ya todas las piezas de los aditamentos de las
intersecciones y junturas, han comenzado las de bruñido y ya puede observarse
en las guarniciones y gualdrapas del jinete y el caballo, el buen efecto del
claro-oscuro en la monumental figura, cuyas proporciones y grandiosidad se han
hecho más visibles al reconstruir el modelo de madera que se ve ya armado en la
sala central de la fundación del Sr. Climent.
Estatua acabada en la Maquinista Valenciana, al fondo la de madera. Fotografía coloreada por: I. Balensiya |
Finalmente, el 12 de enero de 1891 la estatua ecuestre del Rey Don Jaime I El Conquistador, fue colocada sobre su pedestal con una gran grúa, inaugurada el 20 de julio de ese año. Habiendo trascurrido dieciséis años desde la idea propuesta por Teodoro Llorente a su contemplación en el Parterre.
Grúa colocando la estatua en su pedestal. Fotografía coloreada por: I. Balensiya |
Momento de su inauguración, durante la Feria de Julio. Fotografía coloreada por: I. Balensiya |
Para poder solventar el rencor de los artistas valencianos, sobre el pedestal de piedra se colocaron el escudo de la Ciudad y el de la Casa de Aragón hechos por el escultor Aixa.
Valencia pudo homenajear al mejor rey que tuvo, con esta escultura dónde se aprecia el pictoricismo de un escultor, que destaca su severidad de imagen sacra. Representa al rey Jaime I montado a caballo que va al paso, el rey extiende la mano al frente en actitud de dirigir al tropa, como queriendo decir: Aquí esta Valencia. Todo en un estilo muy romántico.
La imponente estatua que podemos ver cada día. |
Haciendo
un rápido y breve análisis artístico de la escultura. Se aprecia que Jaime I está
erguido en actitud regia, con los hombros alineados, con las piernas
descansando sobre los estribos de su caballo, el cual está equilibrado en el
suelo con tres patas y una levantada. Señal en el mundo de la estatuaria de que
el jinete fue herido en batalla.
Vista general y frontal del caballo con la pata levantada. Fotografía: I. Balensiya |
Existe
un gran contraste de luces y sombras que se aprecia en las fosas nasales y
orejas del caballo, al igual que la crin del caballo. Vallmitjana trepanó he
hizo diversos planos de profundidad para poder tratar de representar los diversos
contrastes de tejidos y ornamentos en las bridas del caballo, que tiene actitud
rotunda, pero no muy violenta. Está totalmente controlado por su jinete.
Detalle de la cabeza del caballo. Fotografía: I. Balensiya |
Lo mismo ocurre con la ropa del rey. Vestido con una sobrevesta con las barras de Aragón y una trabajada cenefa con filigrana. La cota de mallas nos indica carácter guerrero, al igual que su espada, es una espada de batalla, no para lucir. Pues no tiene joyas, es sencilla y práctica para la lucha. Esta espada es una copia de la que se conserva en el Archivo Histórico y dícese que perteneció a este rey.
Ropas y arma del Rey Conquistador Fotografía: I. Balensiya |
Su rostro esta severamente marcado y ha incidido en dotar de profundidad, para crear ese juego de luces y sombras y darle expresión con una mirada directa, seguro de si mismo en el campo de batalla impartiendo ordenes y señalando con su mano derecha el objetivo a tomar, Valencia.
Detalle del rostro de Jaime Fotografía: I. Balensiya |
Para concluir, cabe indicar la imagen de noche, con el juego de sombras y las luces del Jardín del Parterre, le da un aspecto fantasmal, como una aparición del pasado para recordarnos quien fue él, Jaime I: padre, protector y pacificador del Reino de Valencia.
Vista nocturna de Jaime I en el Parterre. Fotografía: I. Balensiya |
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