Año de
Nuestro Señor 2020, séptimo día de abril
Al mirar
mi mapa de rutas he visto que el camino para la Cruz de Beniferri es bastante
sencillo: solamente tengo que seguir caminando por la misma calle, dejando a
mis espaldas la cruz anterior.
Mi
estómago ruge con fuerza, mejor hacer un parón para alimentarnos bien. Miro a
mi alrededor y a pocos metros del grandioso edificio veo que hay una taberna.
Es bastante lujosa así que decido pasar de largo, para mirar otra que bien
pueda alcanzar el pago de mis viandas y que, además, me permitan acceder a
ella. Doblo la esquina por donde tengo marcado en la ruta del mapa, y hallo un
lugar que me es satisfactorio.
Saludo al
dueño del local y pido que me ponga algo caliente para desayunar acompañado por
un dulce en forma redonda y gruesa como una rueda de color del oro.
Busco una
puerta al fondo del establecimiento y la empujo con el pie. Percibo un ligero
olor a menta y pino, la letrina se ve muy limpia. Compruebo que hay jabón y ese
fino lienzo que huele a doncella, que llaman papel higiénico y que últimamente
es muy codiciado.
Aún
conservo los guantes puestos y con la punta de mis botas alzo tapa de la
letrina para hacer mi vaciado de vejiga matutino. Uso un poco y lo necesario de
ese apreciado papel para limpiarme, y toco la palanquita metálica de una
cañería metálica que sobresale de la pared. Un fuerte sonido me indica que el
agua ha salido liberada para llevarse mi faena.
Ahora,
con sumo cuidado, hurgo detrás de mis orejas para quitarme el cubrebocas blanco
y lo arrojo dentro de un cesto, al lado de ese frío asiento de cerámica blanca
que resuena por el agua. Meto la punta de los dedos intentando no tocar la piel
de mi muñeca izquierda y tiro rápido para abajo: elimino uno de los guantes; a
continuación, hago lo mismo con el otro.
Cojo un
poco de jabón con la mano derecha y con esa misma abro el grifo y lo froto con
el jabón y lo enjuago bien, vuelvo a tomar jabón y me lavo bien las manos. Tomo
de nuevo jabón hago espuma con él y me lo paso por el rostro y me limpio con
abundante agua fresca.
Muevo
rápidamente mis manos debajo de un extraño cofre que pende de una de las
paredes. Ya lo he visto en otros lugares, y sale una corriente de aire
caliente. Se para. Vuelvo a gesticular. Así hasta tres veces. No hay remedio,
mis manos siguen húmedas. Escarbo en mi bolsa y saco una toalla de algodón con
la que me seco las manos. Sonrío al ver el anagrama de aquel monasterio
extremeño. Hace tres años que fui a aquel cenobio en la otra parte de España.
La guardo y busco ahora una bolsa fina y trasparente que cruje al tacto. Tiro
de ella y la rasgo sacando de un interior un cubrebocas, el cual solo cuelgo en
una oreja el cordón y el otro lo dejo sin poner.
Ahora ya
busco esa caja de papel duro de color azul, tiene una apertura ovalada e
introduzco los dedos, saco uno de los guantes de ese material extraño que
últimamente he aprendido a convivir con él. Me habían recomendado su compra en
un enorme ultramarinos cerca de mi casa. Con cuidado de no romperlo, meto los
dedos y doy pequeños tironcitos para amoldar el «tejido» a mis dedos. Una vez
asegurado, me pongo el siguiente. Guardo la caja en mi bolsa. Con el codo
descorro el cerrojo y con la punta del pie abro la puerta de la letrina.
El
tabernero me hace una seña y extiende su mano hacia una mesa donde ya tengo
dispuesto mi desayuno. Lo tomo presto, pues no quiero permanecer mucho tiempo
allí dentro. Oigo lo que comentan. Parece que la epidemia esta menguando sus
víctimas por todo el reino.
Dejo en
un platillo negro tres maravedís y medio de ese extraño dinero con nombre de
diosa griega.
Salgo a
la calle y, al mirar al frente, a pocos pasos hallo la cruz que buscaba. Estoy
en Doctor Nicasio Benlloch. Saco el pliego de papel y me apoyo sobre una pared
adyacente para dibujar rápidamente y escribir su descripción:
La cruz
actual está completamente reconstruida. No queda nada de la anterior, de 1439,
elaborada por Antonio Dalmau, que talló la cruz y el capitel de la columna.
Cien años después la rehízo por primera vez Jaume Vicent.
La que
ahora vemos es una cruz de piedra realizada hacia 1940 que se alza sobre podio
formado por una grada y una basa de planta octogonal en el cual encontramos en
cuatro de sus caras, escudos de la ciudad en alternancia con cuatro caras
lisas. Sobre este podio se alza una columna o espiga octogonal que termina en
una base octogonal a modo de capitel en cuyas ocho caras encontramos talladas
imágenes de santos y personajes de la tradición cristiana separados por
columnillas y bajo bovedillas en forma de venera. Sobre esta base se alza la
cruz ornamentada con un cierto gusto barroco. En la cruz figura Jesús
Crucificado y en los extremos de los cuatro palos del madero vemos sendas
representaciones de los cuatro evangelistas con sus animales simbólicos.
En la
actualidad se encuentra en perfecto estado de conservación y no se encuentra
cubierta ya que nunca lo estuvo.
Una cruz
de piedra blanca, de imitación barroca que marca la frontera de Valencia con
Beniferri. Un paso más y me adentro en
la ciudad. Consulto el plano y veo para desilusión que me equivoco. Pues antes
tengo que marchar a la villa de Mislata. Afortunadamente tengo una gran
extensión de campo por delante antes de entrar.
Pero
antes tengo que hallar un camino que me lleve hasta allí. ¿Qué es esa mole de color azul?
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COMENTARIOS DE LOS AMIGOS DEL GRUPO CLUB DE HISTORIA DE PUÇOL
7 de abril 2020. Capitulo: Camino Viejo de Liria.
María Jesús: cada dia es mas interesante.
MJ: Estamos en forma para seguirte.
Gema: Nunca más veremos las cruces de la misma forma.
Mari Carmen: No sabía que habían tantas cruces.
Manoli: Gracias, Isabel
Josefa: Muy interesante Isabel.
Teresa: sigo contigo caminando, me encanta!!!
María Esperanza: Muy Interesante ,,,
Sabín: Buen trabajo, Isabel.Ya tenemos una excusa cada
mañana para mirar este grupo. Ve pensando en qué vas a escribir a finales de
abril, cuando se te acaben las cruces.
Enriqueta: Qué delicia es caminar contigo.Estoy con Sabín en
que tienes que escribir sobre el tema que sea porque es muy agradable leerte y
lo haces de manera natural,cómo tiene que ser.Gracias y hasta mañana
Rosa Ruiz: Isabel chulísimo!!
Mari Carmen: Que imaginación !
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